jueves, 3 de mayo de 2012

Todo necio confunde valor y precio

MANIFIESTO LEÍDO EN LA CONCENTRACIÓN DEL 27 DE ABRIL EN ALICANTE CONTRA LOS IMPAGOS DE CONSELLERÍA A SERVICIOS SOCIALES.

Lo sabemos. Sabemos que tenemos el cielo ganado, que somos excelentes personas, que no todo el mundo vale para hacer estas cosas, que nuestro trabajo no tiene precio. Cierto, pero no es lo único nuestro que no tiene precio. Tenemos una cosa que se llama dignidad, una cosa que nos permite ir con la cabeza alta y dormir por las noches. Ya sabemos que para quienes hay ahí dentro es un concepto difícil de entender y nuestra única manera de explicárselo es estando aquí, sin ocultarnos, sin miedo. Porque no somos como quienes están detrás de estas puertas, torpes cobardes que con mentiras se escabullen. Porque no somos como quienes dicen que representan a nuestras empresas, serviles que esperan las últimas migajas. Cada día, cada noche, cambiamos pañales, damos de comer a quien no puede, a comunicarse a quien no sabe, a caminar a quien no lo hace. Y cada día sabemos que hemos hecho algo útil. Como estar aquí, aunque ahí dentro no piensen lo mismo. Ahí dentro consideran que hacer lo correcto es inútil, cuando de inútiles es habernos llevado al borde de la quiebra, haber traicionado la confianza de su pueblo. Estamos haciendo lo correcto. Eso siempre, siempre es útil, aunque no lo comprendan. Estamos aquí y hemos ganado. Ganamos en el momento en que vimos que desde aquí dentro nos habían abandonado, que la gente que se debería preocupar por nuestra subsistencia, que para ello firmamos un contrato, miraba hacia otra parte y, entonces, perdimos el miedo y vimos que más allá de nuestros ojos había gente abandonada por la misma gente desalmada y nos fuimos juntando y nos llamamos: Compañero. Compañera. Justo, en ese preciso instante, ganamos.Y en este momento todo es útil, por que es el final de un camino de desamparo, porque sabemos que esas otras personas en nuestra misma situación están aquí, a nuestro lado. Ganamos porque todo empieza hoy. Y aquí estamos, porque valemos y lo sabemos, porque somos útiles y por eso tenemos el pecho henchido de orgullo pidiendo no caridad, si no la justicia de lo que es nuestro. Aquí estamos porque somos personas sencillas, buenas y decentes que quieren llevar una vida sencilla, buena y decente. No pedimos más que lo que nos pertenece. No es culpa nuestra lo que haya pasado aquí dentro, la manifiesta incapacidad para volver a casa con la conciencia tranquila del trabajo bien hecho. No es culpa nuestra que vuestro trabajo cotidiano, de tan alto precio, carezca de valor. Únicamente pretendemos que el nuestro, que tiene un valor muy alto, tenga también un precio.