martes, 21 de febrero de 2012

Ante las agresiones policiales en Valencia y la llamada Primavera Valenciana. Declaración Oficial, que conste.


Esto es un copi-pegado de un texto que he escrito para La cigarra, el blog de la sección sindical de CGT, organización en la que milito y de la cual soy representante en el comité de empresa.

Obviamente, quienes formamos parte de este proyecto intentamos estar al corriente de la actualidad para formarnos una opinión que probablemente diste mucho de la objetividad.
Probablemente, incluso, nuestras fuentes sean del todo tendenciosas y muestren tan sólo aquello que deseen que veamos, como cualquier otra fuente, por muy alternativa que sea.
Tal vez incluso, remarquemos ciertos temas que consideremos de plena importancia frente a otros que nos parecen irrelevantes.
Puede ser que tengamos todo un bagaje de prejuicios a los que llamamos formación, y nos manejemos a través de axiomas repletos de ideología, ese gran pecado.
O que pensemos que carecer de pensamiento político propio es de un radicalismo tan preocupante como el defender el nuestro a ultranza.
Cabría la probabilidad de pretender aparentar saberlo todo, y en el fondo, no saber nada.
Llegaríamos a admitir que únicamente somos personas, e incluso que podríamos llegar a equivocarnos en nuestros análisis.

Pero, ante esto





nuestra percepción, como ya hemos comentado, a lo mejor distorsionada, nos llena la cabeza de pensamientos que irremisiblemente nos llevarían a ser acusados de injurias o difamación, como mínimo, pero lo más seguro es que fuese de manifiesta apología del terrorismo.

Y lo mejor de todo es que nos alegra sentir que el corazón salirse del pecho de pura rebeldía, de pura impotencia, de puro inconformismo.

Nos alegra saber que somos una terrible minoría, la de aquellas personas que prefieren salir y perder que encerrarse en la profunda derrota de lo cotidiano.

Aunque nos duela y nos reviente, no sabemos encogernos de hombros y justificar lo injustificable, excusar lo inexcusable, ser otra cosa que la que somos.





lunes, 13 de febrero de 2012

La reforma laboral y yo

A raíz de la reforma laboral, por llamarla de algún modo, que ha aprobado el gobierno ultraconservador, a los hechos me remito, del Reino de España,  por Real Decreto, o lo que viene a ser, sin que pasara por el supuesto control democrático que se supone que representa el Parlamento, con el beneplácito del empresariado y la discrepancia, en mayor o menor grado, del mundo sindical, que en teoría representa a la población asalariada y similares, muchas son las voces que han hablado de ella, a favor y en contra. Otras, muchísimas más, andan más preocupadas porque un   ciclista se drogue para ganar o una señora se muera en una bañera. Algunas ni eso.

De las personas que están a favor no voy a decir nada, bastante tienen con lo que tienen, las pobrecitas. Hay que darles amor, porque, pese a todo, son seres humanos.

De las personas que están en contra, no voy a dudar de que, para muchas, si fuese su partido el que la hubiese aprobado hace unos meses, ahora la estarían justificando a capa y espada. Para otras, esto no es una reforma laboral, esto es un asalto a mano armada a lo que viene a ser la clase trabajadora.

Clase trabajadora es aquella cuyos ingresos provienen de trabajar, más o menos vender tu tiempo desarrollando una actividad a cambio de unos ingresos. Clase empresarial es aquella a quien le vendes tu tiempo. Entre medias no hay nada. Pero me gustaría imaginar que ésto lo da por sabido todo el mundo.

Luego están las otras, las que a ellas ni les va ni les viene, esa gente rara que cree que la política no les afecta, y, por tanto, no les interesa. Aunque usen la sanidad pública y hayan estudiado en colegios públicos. Que critica a Hacienda y usa autovías y hospitales y va a hablar con el profesorado y se emociona viendo pasar a su ejército. Que crees que estás hablando con ella y te das cuenta que hablas con el telediario de la hora de la cena. Ya sabéis. Esa gente. Como dicen, tiene que haber de todo. Y esa gente, la mayoría de veces, parece toda.

A lo mejor, simplemente, no se lo han explicado bien del todo. O no se lo han explicado nada. Lo más probable es que de verdad no les interese, y piensen que son inmunes al mundo que nos rodea. Es algo demasiado frecuente, por desgracia.

Muchas veces he querido ser de esa gente, pero, entre predeterminación genética y entorno social, no he podido. Por fortuna. No me gusta pasar el invierno en el corral y que me trasquilen de cara al buen tiempo. Es respetable como opción vital, pero no es la mía. Creo. Aunque esa sería otra disertación.

Ahora bien. ¿Y si lo fuese?

¿Y si yo fuese "esa gente"?

¿Me afectaría?

Supongamos.

Supongamos que no tengo ni idea de lo que viene a ser la política, y pienso, como el fundador del movimiento fascista en el Estado Español, que derecha e izquierda son lo mismo. Digamos que en un arrebato de locura me da por leer para informarme en vez de ver el esclarecedor resumen de treinta segundos que han dado en las noticias. Así que tiro de Internet, que para eso la inventó el ejército estadounidense, y miro los enlaces. Algunos contienen el texto íntegro, pero como tampoco tengo idea del vocabulario técnico que pueden llegar a gastar los textos legales, opto por la prensa, a ser posible, un artículo resumen donde no haya que leer demasiado, digamos que con un lenguaje claro y conciso, como si yo, cosa que en absoluto soy, pero vamos, es un suponer, como si fuese idiota. Y si tiene dibujos y fotos, mejor.

Pincho en el primer enlace que me sale y me pongo a leer. Cualquier periódico a hecho un resumen únicamente de los cambios drásticos, de lo que realmente afecta. Veamos:

Lo primero que se menciona es el despido. ¿Eso me afecta?¿A mí, que soy todo un ejemplo de lo bien que se hacen las cosas? Yo soy indispensable, la empresa se iría al traste sin mí, pero bueno, lo hojearé:

Hablan de indemnización por despido improcedente, que creo que es que te echen aunque no tengan motivos para ello. Vamos, lo único que me podría pasar a mí. Dicen que bajan la indemnización de 45 días ¡por año trabajado! a 33 días... Vamos, que sería mucho menos. Y encima, el máximo baja de 42 a 24 mensualidades. Es decir, que si llevase un montón de tiempo trabajando en el mismo sitio, me pagarían, como mucho, lo que cobraría en dos años. Que puede que suene bien, pero es que antes estaba mejor. Sobre todo teniendo en cuenta que ese será el dinero del que dispondré hasta encontrar otro trabajo. Que tal y cómo está la cosa, vete tú a saber cuándo encuentro otro. No es por que yo no valga, es que no hay trabajo. Y el propio ministro ha dicho que esta reforma no es para crearlo. De verdad.

Pero bueno, voy a tener fe en mi empresa y a pensar que no me van a echar por equivocación. ¿Por qué otra cosa me echarían?

 Pues hablan también de despido objetivo, procedente o como sea. Parece ser que la indemnización es de...¡20 días!¿Eso es muy poco, no?¿Y cuándo podría ser? Pues claro, por causas económicas... Si la empresa tiene pérdidas... ¡O cree que puede tener! Es decir, si decide que va a ir mal en unos meses, o que no gana lo suficiente, o cree que sobra gente para hacer el trabajo que hay, o, por lo que voy leyendo, prácticamente lo que le venga en gana. Pero bueno... tengo a la justicia de mi lado...Eso se decide en los juzgados, ¿no?
No. A partir de ahora, si la empresa decide hacer un ERE (Expediente de Regulación de Empleo, eso que le  pasa a otras personas), no hace falta que lo apruebe el juzgado, con decírselo basta.
Bueno, para defenderme estarán esas cosas que llaman sindicato, o comité, o algo así, que no sé muy bien lo que es ni para que sirve, pero bueno... es para situaciones así. Se supone que me tienen que defender.
No. A partir de ahora, si empresa y sindicatos no se ponen de acuerdo, la que se lleva la razón en la empresa. Vamos, que aunque sea obvio que hacemos falta todo el personal que estamos y la empresa decide que no... Es que no. Que luego podré ir a juicio y tal, pero eso ya son follones y perder de trabajar.

Hablando de lo cual, nunca he faltado al trabajo sin causa justificada. Como he dicho, soy ejemplar. Alguna vez he ido al médico, pero bueno... Uy, aquí habla de las bajas.... Parece ser que si estoy de baja más de nueve días en dos meses, a la calle. Vaya, una mala gripe,tres pruebas y ya ando en peligro. Así que al trabajo con cuarenta de fiebre. No tiene por qué pasar nada. Espero.

Bueno, de todo eso... algo tiene que poner en el convenio, digo yo. Aquí está, en la C. Bueno, pues me dice que si el convenio ya no se renueva automáticamente, se renegocia. Y si no hay acuerdo, a tomar por saco. Es decir, que se pierden todos los derechos anteriores. Se toma como base el convenio superior, que siempre es como más general y con menos derechos específicos. Bueno... pues se renegocia. Ya lo hará alguien en algún sitio, digo yo.

¡En la empresa!¡Directamente en la empresa! Es decir, cara a cara, los sindicatos, que ya no son sindicatos si no alguien del trabajo frente a la patronal, que ya no es la patronal, si no una persona en concreto, que sabe como somos y que se puede deshacer del personal a voluntad. Y encima... Y encima, si considera que hay una situación mala, se puede saltar el convenio alegremente, en plan de modificar horarios, turnos, funciones, vacaciones... ¡Sueldos! Así, porque de repente decide que hace falta más una cosa que otra. Sin renunciar a sus privilegios, claro.

¿Sigo mirando cosas? Seguro que podría. Pero creo que va a ser peor. Soy capaz... ¡Soy capaz de darle al "me gusta" si alguien hace una página en Facebook!¡Que a mí no me conocen!¡Que soy capaz de compartirlo y todo!

Bueno, hay quien habla de huelgas y manifestaciones, pero no voy a perder el sueldo de un día por hacer cosas de radicales. Total, no sirven para nada. Mejor que esas cosas las hagan otras personas. Yo, por si acaso, no me mojo. Pero hay que decir que hay que hacer algo y que unirse, y luego, que no sirve para nada, que ese discurso sí que me lo sé.

Y fin de la fantasía. Que yo, mi yo real, es de quienes consideran que esta reforma es un abuso, y de quienes  consideran que la única manera de plantarle cara es en la calle, con pancartas, banderas y consignas, y siendo una inmensa mayoría.

Pero esperar que eso suceda es mucho más estúpido que creer que la reforma no me afecta o que no se puede hacer nada para cambiarla. Por mucho que me duela.

PD: La fuente "al azar" ha sido el diario "Público"... En estos asuntos no se puede ni ser frío ni objetivo. Declarar lo contrario no implica estar más allá del bien y del mal, si no una notable carencia de capacidades intelectuales.

Y sí, eso va por ti.







Segundo intento...

Retomo un viejo proyecto, mi primer blog, donde hablaba de cosas que tenían, o pretendían tener, que ver con la política y sus alrededores, en su más amplia concepción.
Todo son opiniones, y percepciones, absolutamente personales, aunque, dada la naturaleza polémica de la temática, no están exentas de provocar desacuerdos.